sábado, 9 de febrero de 2008

PUNTO Y APARTE

¿Felicitaciones?
Para aquella población sanmarquina alejada de la universidad por los aires veraniegos, me es un honor hacerles de su conocimiento que su prestigiosa Facultad[1], la primera en la Ciudad Universitaria, acaba de proclamar a altas voces la creación de su sétima escuela: Conservación y Restauración.

Dicha creación, aprobada en Consejo de Facultad fue dada a conocer al público general en San Marcos Semanal, publicación en la que nuestra radiante Decana de Letras, quien perteneciera a la ex Escuela de Arte, sonríe para las cámaras luego de haber sido felicitada por la Oficina General de Planificación por haber conducido a nuestra facultad hacia el logro de los objetivos planteados para el año que nos dejó.

La comunidad espera que entre esos objetivos logrados hayan estado el impulso a la investigación, la devolución de los fondos de la Escuela de Comunicación, la sanción al que regresó tardíamente el proyector y el equipo lap top de la Escuela de Comunicación, el impulso a las Jornadas Curriculares, la mejora de los servicios higiénicos, la reapertura del pabellón de Comunicación, entre otros puntos más.



La unión hace la fuerza
Algunos miembros de esta escuela, firmes en su posición, podrán dar testimonio que a pesar de las virtudes de las cátedras libres, el sistema de evaluación era mezquino con aquellos que se matriculaban con el profesor más riguroso y tenían, en algunos casos, notas menores que los que llevaban con un profesor más condescendiente.

Si su memoria no es de la misma calidad que la del ex dictador Alberto Fujimori, podrán recordar que un grupo de alumnos recolectaron firmas a favor de un pronunciamiento que cuestionaba el Proyecto Curricular 2007. En uno de los puntos se solicitaba considerar la necesidad de sílabos homogéneos para profesores que llevan un mismo curso. Pues bien, dicha solicitud es ahora un hecho.

Por ello, se agradece a todos los que creyeron en una causa muy justa.



Nuevas adquisiciones
La comunicación, proceso social presente en todas las actividades del hombre ha cobrado importancia en nuestro medio y se ha convertido en motivo de estudio de muchas disciplinas. El abordaje que ha tenido es más que ampuloso y existe una necesidad de diferenciar que es lo que postulaban los antiguos teóricos de la comunicación y cuál es el enfoque actual que se le da.

Es una pena que en nuestra biblioteca sea escasa la bibliografía actual y que la mayoría de libros que figuren pertenezcan al siglo pasado. Es también una pena que no tengamos una hemeroteca surtida de ejemplares del día y que se haya dejado al olvido la compra de revistas. Es una pena mayor que el Centro de Documentación (CEDOC) no esté activo y que el inventario aún no se haya culminado.

Esperamos que el reciente anuncio hecho en la asamblea de profesores de ésta escuela sobre la adquisición de material bibliográfico actual así como de material audiovisual sea motivo de la reactivación del CEDOC y de la permanente actualización.

[1] Fundada en 1553.

Sin voz, sin voto

Toma de decisiones

Próximos a iniciar el cuarto año, muchos estudiantes de la Escuela de Comunicación se preguntan que especialidad seguir. Las opciones son pocas pero, aún así, las dudas persisten en más de uno.

“Mi primera opción fue Periodismo”, es casi el comentario más usual. Y es que para cualquier ciudadano de a pie estudiar comunicación significa estudiar periodismo. La presencia de la prensa, la radio y la televisión es tan abundante que es lógico que esta sea nuestra primera asociación.

Para felicidad de muchos, el periodismo no es la única alternativa pues, poco a poco, la interacción del hombre en sociedad y las nuevas tecnologías van abriendo campo a nuevas ramas, entre ellas Comunicación Organizacional y Comunicación Audiovisual.

En la actualidad, los profesionales de las diferentes áreas de la comunicación se valen de herramientas en común y de múltiples formatos de expresión que la diferencia entre ellos ya no puede darse sólo por el canal en que se comunican.

Y esto resulta tan sorprendente ya que el uso de estas herramientas escapa al comunicador, quien ya no es el único capaz de manejarlas. Entonces queda allí un vacío preciso para reflexionar… ¿qué hace realmente el comunicador?

En la charla impulsada por los estudiantes de la base 2005 a fin de despejar sus dudas sobre la especialidad a seguir y llevada a cabo gracias al apoyo del Departamento Académico este viernes 1º de febrero, surgieron respuestas a esta singular pregunta.

Sonia Luz Carrillo, profesora principal e investigadora, lo anota bien: “la diferencia está en el desarrollo de temáticas”. Lo que hace visible que en el carácter profesional del comunicador importa más que el medio, lo qué digo y cómo lo digo. No descuidando la investigación, la formación académica y humanística que nos da la universidad.

A ello, Juan Gargurevich, historiador de la prensa peruana, agrega con precisión: “dependerá de la ética del alumno lo que él quiera hacer con su carrera”.

Y como una cosa lleva a la otra, los comentarios sobre cómo debemos llevar el currículo de la Escuela se hacen escuchar. Y, a pesar de los interesantes temas que pueden generar las respuestas a este procedimiento, finalizada las exposiciones el silencio inunda el auditorio e inmediatamente se anuncia el término de la rueda de preguntas.

Frente a las demás aportaciones tipo prospecto de admisión y a la agotada verbosidad del público sobre las irregularidades en la Escuela, lo que parecía el primer acercamiento entre alumnos y profesores alejados de reuniones ceremoniosas, terminó como las conferencias de los profesores del primer año: con la sensación de un vacío latente.

Es curioso estudiar comunicación y no saber comunicarse.